Recientemente vi una noticia que me transportó a una tarde, hace mucho tiempo, cuando era más joven y contaba con menos canas (y no es que ahora tenga muchas tampoco). Esa tarde estaba en el colegio, en décimo de bachillerato, en una clase de matemáticas o estadística, los detalles son algo nebulosos. Lo que si tengo claro, fue lo que aconteció. Esa tarde nos entregaron los resultados de un examen escrito y cuando el profesor me llamó por mi apellido, cual era la costumbre de entonces como si estuviéramos en una academia militar y no lo estábamos, fui juicioso a recoger el examen y recibir así mi glorioso 8.5 (sobre una calificación de 10). Como era de esperarse no cabía de la dicha pues muchos habían reprobado el examen. Entre ellos, uno de mis amigos, a quien llamaremos Marroquín, y si, me lo acabo de inventar porque su verdadero nombre está entre los muchas detalles nublados de aquellos recuerdos. Como sea, Marroquín reprobó con un misero 2 y estaba, como muchos otros, muy inconfo...
Desahogos sobre temas varios de nuestra vida cotidiana.