A ver si les parece familiar esta escena: Una mujer ingresa en avanzado estado de embarazo al bus de Transmilenio. Obviamente, se dirige a las sillas azules destinadas para uso de personas discapacitadas, mayores de edad y mujeres embarazadas y ¡Oh, sorpresa! Hay mujeres jóvenes ocupándolas. Se dirige a una de ellas pidiéndole el favor de cederle el puesto en virtud de su estado y ella, una mujer joven de figura delgada le responde sin soltar su celular “pues yo también estoy en embarazo” y sigue muy fresca y muy maja en la silla. Otra de las que va allí sentada no duda en gritar a todo pulmón “¿es qué se acabaron los caballeros?” y como claro, no se han acabado, seguimos por ahí, pues un hombre mayor le cede el puesto a la mujer embarazada. Y en un bus con sólo mujeres, ¿qué gritaría esa otra mujer para conseguir que sea otra la que ceda el puesto? Es por esto que según lo veo, la solidaridad femenina puede considerarse un mito urbano, una historia fantástica de algo que no existe. ...
Desahogos sobre temas varios de nuestra vida cotidiana.